Te vestí de azul,
del azul con el que
el viento pinta el cielo.
Fue tanto el azul
que borró las verjas
pendidas del miedo
y hasta el marrón de los ojos,
las uñas retorcidas
y el cuello roído.
Así fue,
todo se llenó de nubes de algodón
y de una vez,
se cubrió el horizonte.

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